lunes, 5 de abril de 2010

Capitulo XV: Ni un paso atrás...

1. Cartagena again…

“No todo es lo que parece”, me dijo esa mañana entre sueños. Aún el sol asomaba tibio, clareando, y la vigilia se confundía con el sueño. Recuerdo, allá lejos y en el tiempo, de un viaje eterno, enorme, y de pronto todo se nos venía encima. El norte, siempre el norte, pero para llegar al sur, me repetía, como un sonámbulo, y mientras tanto el mundo giraba cinco segundos atrasado, y se estremecía con un nuevo temblor. La tierra parece estar corrida de su eje, una vez más, pensaba y la “realidad” y el “mal gobierno”, pero nuestros pies andaban más rápido que esta pequeña novela o relato de vidas llamado “Amérika en Kombi” y nuevamente el mundo exterior me traía a la tierra. “Toc-Toc”, suena en la puerta de la “Clandestina” y un vigilante me despierta avisándome que el supermercado ya está por abrir y debemos abandonar el parking- casa… Otra vez la misma historia y una vez más así comienza...

La última vez que nos encontramos, amigos, lectores y seguidores “fundamentalistas” de este viaje, recuerdo haber sufrido una especie de golpe de estado literario por mi querida compañera, la “encantaniños”. Si mal no recuerdo el relato desbordaba de felicidad familiar y llegada de mamá Etcheverry, mas regalitos, paseos y demás… Pero, como dice Fabi, “nada es para siempre” y en ese tiempo sucedían muchas cosas al mismo tiempo. El hecho es que la distancia que separa este relato de los acontecimientos, ya está mediado por el recuerdo y el tiempo, que todo lo desborda, y poco a poco se ha ocupado de poner las cosas en su lugar. Por lo cual, queridos “principitos” deberemos trasladarnos muchos km y meses atrás. A saber:

En el medio de la llegada familiar, paralelamente nos encontraba con todas las energías puestas en el famoso barco que nos cruzaría la camioneta de Colombia a Panamá. Días de llamadas y llamadas, con la respuesta de “llamen el próximo martes que ya tendremos noticias”, más mails sin respuestas durante más de 2 meses. En esa eterna espera, ya nos transformábamos casi en lugareños de nuestro querido barrio de Getsemaní, en Cartagena, la linda, esa de la ciudad amurallada… el almacenero pasaba a ser “Ricky” y las compras se demoraban en charlas de fútbol y otras vainas, como si estuviésemos en casa. La espera era dura, encima la temporada había terminado y los turistas y las ventas comenzaban a desaparecer. Por esos días dormíamos en un estacionamiento o “parqueadero” (a la Latinoamérica) con 40 grados de calor y un sol que no daba ni respiro. Por primera vez éramos robados, no nosotros, si no la camioneta sufriría la extracción de 2 celulares y las noticias del cruce no llegaban… La ciudad encantada comenzaba a “desangelarse” y en ese entonces no veíamos salidas. Cuando uno está acostumbrado al movimiento, se hace difícil estar tanto tiempo parado en un lugar y la sensación de estancamiento es muy fuerte. La ruta se nos hacía mar y Centroamérica, lejana. Así que dividíamos nuestro tiempo, nuestros días, en llamar por teléfono a Santa Marta, bajonearnos por las “no” noticias, ir hasta la playa a ver si vendíamos algo, bajonearnos por las pocas ventas y volver a dormir… ¿Se dieron cuenta, queridos “principitos” que no todo en esta vida de viajeros es rosa...?

- De Mecánicos I…

Como corolario a ese presente gris, en el medio de todo esto, sufríamos nuevamente una rotura de la dirección de nuestra inseparable “gordita”. El día antes a la llegada de “mamá” al querer sacar la kombi del estacionamiento, nuevamente hacía un “clac” que hasta hoy le duele a quien escribe y quedaba inmovilizada hasta que se fuera la visita familiar. El momento llegó y al arreglo se ha dicho. Nuestro “As en la manga” fallaba y los clubes de VW no existían por estas zonas. De esta manera, tocó desarmar y buscar repuestos, que nunca encontramos e intentar repararla en una tornería. Adaptaciones y más adaptaciones y un pequeño dinero que se nos iba, con la certeza de saber que era un “remiendo del momento”. Obviamente que a esta altura las fotos quedaban de lado. Lo gracioso ya nos parecía trágico y funesto… Así estábamos hasta que aparecieron ellos y Ella…

2. Viajando por aprender…

LA CHANCHA, la apodaban por sus pagos y guiada por su implacable olfato, recorrería toda Sudamérica en búsqueda de su inseparable amiga CLANDESTINA. Llegados desde Venezuela nos encontrábamos con una pareja de argentinos, sí, gente, también argentinos (somos plagas, por eso el mundo está aterrado…), y encima también en kombi!!! . Nos conocíamos por Internet (qué maravilla la tecnología, che!!) a través de su página http://www.viajandoporaprender.blogspot.com/ y la nuestra, con la promesa de conocernos y en lo posible de cruzar juntos o compartir contenedor en el paso Colombia-Panamá. Magoo y Mariano habían comenzado su travesía un mes antes que nosotros desde Corrientes, su ciudad natal y su recorrido los había llevado subiendo por el océano Pacífico hasta Colombia. Su llegada, cayó como un bálsamo ante tal presente y por unos días nos abandonábamos al vagabundeo por la ciudad, ante los suspiros y los “pero qué lindo, boludo!!!” de cada esquina colonial. “El enano” y “la flaca” no paraban de asombrarse y en ese juego nos poníamos al día con anécdotas, aventuras, mapas, viajes y demás tópicos de este tipo de gentuza…


Taller clandestino “La salada” en el parqueadero.
Imagínense la energía de su llegada que quien les escribe, se animó a las artesanías después de casi un año de viaje…

Por esos días llegarían más aventureros. Como ustedes saben Cartagena, es el polo de atracción de todos los viajeros del mundo, por la sencilla razón que desde allí está el últímo puerto, para intentar cruzar cualquier tipo de vehículo. Sudamérica se acaba y la historia se renueva. El estacionamiento se transformó en un guetto de “vagamundos” y por las noches se la gozaba de lo lindo. Gente durmiendo en sus carros y hasta unas carpas dispersadas por ahí. De día, antes de la llegada del dueño, “todo el mundo arriba”. La plaza de Trinidad, en medio del barrio, una plaza bien localista, con pocos turistas, solo los infiltrados trotamundos, se convertía en el centro logístico; corrían las cervezas y los futuros planes. Por ese entonces, también llegaba “La tribu del mono”, una camioneta comprada en Perú por un grupo de extranjeros de todo el mundo haciendo shows de malabares, música, teatro y títeres. El gran amigo Nelo, de España, fue por esos días, también, de la partida de averiguaciones en puertos y demás.
La familia se iba agrandando y todos soñábamos una patria grande y única. Los días transcurrían y todas las posibilidades de cruzar todos gratis aparecían y desaparecían constantemente. El juego de las ilusiones era muy trágico. Todos queríamos seguir nuestro camino y la idea de hacerlo juntos nos emocionaba aún más.



Postal feliz de aquellos días: “La familia M” unida. (Magoo, Martina, Mariano, Martín)

En Cartagena, las ventas mermaban y necesitábamos repensarnos la forma de generar ingresos, ya que la espera sería larga. Por ese entonces, un amigo, dueño de un hostel, donde nos duchábamos y a veces cocinábamos, nos sugirió la idea de transportar “viajeros”, “mochileros”, hacia la famosísima Playa Blanca, lugar turístico por excelencia del Caribe. Una playa con un mar de siete colores, donde se llegaba por lo general en un tour muy caro por barco en el día, pero existía la posibilidad de llegar por carretera después de una hora de viaje, un ferry y un camino muy malo de ripio. Hacia allí fuimos. Pegando cartelitos en inlgés y español en todos los hostels, anunciábamos un Tour de 3 o 4 días de aventura en una kombi viajera por un precio económico y con la posibilidad de acampar por varios días. Lamentablemente la dirección de la Clandestina no soportaba el trayecto y nuestros planes se reducían a una sola camioneta con la posibilidad de llevar a solo 4 pasajeros más las 4 M.



Con una tripulacion de 2 cordobeses, 1 belga, y 1 holandesa, partimos. La aventura no se hizo esperar y la pobre CHANCHA pinchaba 2 veces debido al peso y al camino. Los gringos, encantados!!!! A partir de ese día coincidiríamos entre las 4 M a denominar a los proyectos “Aprendiendo a barriletear” El enano y el pelado en acción, no parábamos de reírnos y de caretearla ante los “pasajeros”. Antes de salir recibíamos la noticia a medias de que la empresa naviera que nos transportaría la kombi sería Maersk!!!! Así nos íbamos todos felices (ingenuos) ante esa supuesta buena noticia…

3. Playa Blanca o el retorno al paraíso perdido…

Y llegamos… después de carretera, ferry y caminos de ripio el paraíso se nos develaba ante nuestros ojos. Todos extasiados, agradecíamos en silencio a la sabia naturaleza por regalarnos un lugar tan precioso. De ahí en más fueron días de muuuuucha felicidad y de muuuuuucha risa. Los kombi viajeros soñábamos con un destino común ante la posibilidad de viajar en karavana, los 4, por toda Latinoamérika.
Conseguíamos armar un increíble campamento con sombra incluida a tres metros del mar. Contábamos con la ventaja de traer comida, agua y ollas para cocinar durante una semana. La ranchada creció poco a poco y los amigos se fueron multiplicando.


Publicidad de playa destino resort-spa. Las 4 M en acción.

La rutina agreste-playera nos permitía ganar algo de dinero y disfrutar a la vez. Por las mañanas la playa estaba desolada y el mar bien calmo, con sus 7 colores característicos. Al mediodía comenzaban a llegar los turistas en barcos y yates, con el paquete incluido almuerzo y playa y se quedaban por unas 3 horas. Momentos que aprovechábamos para vender artesanías y el enano, hacía lo suyo con sus libritos del viaje por Sudamérica. El sol y otras yerbas nos enseñaban las virtudes de salir a “parchar” con lentes oscuros. En ese mangueo diario conocíamos mucha gente de todos lados que se hacían eco de nuestro sueño, al igual que el de los chicos. Los atardeceres nos impactaba uno tras otro y los días corría sin noticias del barco, pero también sin querernos ir.


Por las mañanas el mate correntino y las arepas venezolanas y colombianas corrían entre charla y charla y los habitantes lugareños ya nos miraban con cariño ofreciéndonos frutas y tortillas a un precio más razonable. Las comidas al disco salían como en nuestras tierras y algún que otro pescadito se colaba por ahí. La mañana se iba rápido entre snorkel, desayuno y preparación de artesanías para vender. Por la tarde cuando los turistas ya se volvían, la playa quedaba nuevamente para los nuestros. Muchos mochileros durmiendo en hamacas y campings improvisados sobre la arena, hacían de todo esto nuestro pequeño paraíso perdido…

Invocaciones al dios arado o la hora del “bajón”

Postal Playa Blanca “Amérika en Kombi”

La noche con sus cielos nos bombardeaba de “enano” sacaba sus sabios cuentos de la buena pipa y todo comenzaba a fluir, el regalo de nuestro frutero favorito de Cartagena. En esas inmensas charlas cósmicas, intentábamos organizar una karavana intergaláctica por el famoso Tapón del Darién en nuestras kombis-naves espe(a)ciales abriendo una trocha a punta de machete. La idea nos rondaba hacía rato. Comprar hasta balsas inflables para subir las kombis en los ríos, malacates, comida, agua y una brújula. Según lo averiguado, sólo un trayecto de 70 km nos separaba del sueño a la realidad. Del lado panameño ya encontraríamos la panamericana después del archipiélago de San Blas. Si lo piensan bien, no estábamos tan locos, los locos son los dueños de las empresas navieras y del paso Colombia-Panamá que cobran sumas exorbitantes y no se deciden a terminar la carretera que de una vez por todas uniría a América. Que narcos, guerilla, paracos, todo es mentira, el negocio naviero y el canal de Panamá son más fuertes que otros falsos intereses.

“Como conseguir chicas”

La cosa se ponía heavy cuando nos decían que estábamos locos, o sacaban a relucir el tema del cruce. Nuestros demonios malditos ocultos se congregaban en una función pagana y el mundo comenzaba a girar al revés. Nos sentíamos unos elegidos a ese espectáculo y de pronto, el mar bravo, nos devolvía a la tierra.

La hoguera de las vanidades…

Los días pasaron y la comida comenzó a escasear. Dicho de otra forma: hora de retornar, a la ciudad, a la “civilización”. Conseguimos nuevos tripulantes para volver, pero aún así el negocio de los traslados no nos salió tan redondo, sólo cubrimos gastos…pero quien te quita lo bailao!!!
El barrio nos volvía a recibir y las calles de Getsemaní nos sonreían. Las kombis comenzaron a dormir en la calle a la espera de alguna noticia de la Sociedad Portuaria. Reducir gastos la premisa. Por esos días caía casi ya febrero y nuestro permiso de estadía en Colombia comenzaba a acabarse. La llamada llegó y con ella una muy mala noticia “conseguimos el barco y el contenedor, pero no pueden llevarlos gratis, solo le pueden hacer un descuento y saldría 800 dólares…”. Baldazo de agua fría, sentíamos que el mundo se nos venía abajo. Después de invertir tantas energías y casi 3 meses sólo conseguíamos un descuento y encima esa suma era inalcanzable para nosotros. La banda se desmoralizó y aquellos que estaban mejor apoyaban a los otros. Fueron días feos, de comenzar de cero y empezar a barajar los naipes nuevamente. La suerte se nos negaba por primera vez en el viaje, pero algo de sabiduría debía de esconder, nos consolábamos.
Pasados 2 días decidimos dividirnos para averiguar: quedaban 2 posibilidades muy remotas que sabíamos por otros viajeros: por un lado el puerto de Maicao, en la frontera con Venezuela, en la zona de la Guajira, barcos medio “ilegales” que si hablabas con los capitanes, existía la posibilidad y, por otro Turbo donde pasaban todos los barcos bananeros. Entre abrazos y lágrimas y con el espíritu y las energías en alto, nos prometimos volver a encontrarnos las 2 kombis en cualquiera de estos puertos con la buena noticia que nos íbamos a Centroamérica… Las kombi viajeras se separaban después de casi 1 mes juntas una para el este la otra para el oeste… La carretera volvía a ser nuestra casa.


4. Un ángel en el camino…

Entre tanta rapidez y despedida, veíamos alejarse la silueta de “La Chancha” y de la ciudad de Cartagena con un nudo en la garganta. Cargados de dudas y de sensaciones amargas salíamos a la carretera después de mucho tiempo. Nuestra dirección no era clara y lo que habíamos pensado, no había sucedido. Con un gasto de gasolina que no teníamos en nuestra mente emprendimos las subidas de los cerros en dirección hacia el Pacífico para luego pasar por Montería y llegar hasta Turbo. Entre tantos pensamientos, el silencio reinaba en nuestra kombi, hasta que…
Después de una subida muy fuerte la kombi comenzó a hacer ruido y a perder fuerza… llegamos hasta una estación de servicio y Sorpresa!!!! La kombi en 2 cilindros y encima se había zafado la rosca de una bujía de uno de los cilindros!!!! Todas juntas, pensábamos al unísono…Los dioses del Olimpo se habían confabulado en nuestra contra y como Sísifo con su piedra nos veíamos obligados a “volver a comenzar”…
Intentando todo lo posible a mano para solucionar roturas, seguimos trayectos de 25 km parando 25 km mas, así en 2 cilindros hasta que la kombi dijo basta y cayó la noche. Estábamos cerca de un caserío, donde su dueño nos ayudó a empujarla y nos convidó con pescado frito y agua. La gente, siempre increíble. Después de pensar un rato más tranquilos, recordamos de un señor que vivía en una ciudad llamada Sincelejo que había ayudado a muchos viajeros y que nos habían dado el teléfono unos cordobeses de otra kombi. El dueño de la casa nos prestó su celular y lo llamamos. Para nuestra sorpresa ya sabía de nosotros por Internet y en un instante nos mandó una grúa desde 70 km, que era de la empresa de su hermano. Nos dio la dirección de su negocio y nos dijo muy tranquilamente “mañana lo vemos y lo arreglamos, primero descansen, no se preocupen”… ¡¡¡Guaaaa!!! “Todo sucede por algo” pensábamos….
Por primera vez, casi 1 año y 20 000km de andar, nuestra querida “Rocinante” se subiría a una grúa. Después de 9 hs, llegábamos a Sincelejo, casi a la medianoche a la rectificadora de nuestro “salvador”. Los 190 km. más largos de nuestra gira…

7 A.M. nos golpean la kombi y nos despierta un señor con la sonrisa de un niño, dándonos los buenos días y con un bandeja de desayuno en la mano, “Bienvenidos a Sincelejo, chicos”. Rodrigo, nuestro ángel terrenal, la persona más bondadosa del mundo, nos prestó un departamento e instantáneamente puso a disposición nuestra a sus empleados, su mecánico y la rectificadora para lo que necesitáramos. De ahora en más nos concentraríamos solamente en la kombi y el barco quedaría para más adelante.

- De mecánicos II… La Rectificadora…

Para no aburrirlos demasiado les contamos que gracias a los dioses del destino caímos en el lugar exacto, ya que la “Clandestina” al haber andado tanto tiempo en 2 cilindros y casi en 1, rompió casi todo: cilindros, culatas, asientos de válvulas, válvulas y demás cosas. Lo increíble es que Rodrigo, tenía en su colección 2 escarabajos y 2 kombis, así que sobraban repuestos usados. Manos a la obra y a desarmar y armar. Nuevamente la rutina del mecánico se imponía para quien les escribe. Tempranito a la mañana, mate de por medio, mameluco y a engrasarse, hasta el mediodía y luego a la tarde a comenzar nuevamente.


Una de las tantas pruebas del delito…

Nuestro amigo Rafa, el mecánico de la rectificadora, pospuso sus vacaciones y se quedó a ayudarnos con el motor. Sin él, mucho no podríamos haber hecho. Su corazón, enorme; siempre para lo que necesitásemos, él estaba. Y ni hablar todos los empleados del negocio…

Por increíble que parezca, por esos días estábamos felices, más allá del panorama oscuro del motor, más el tema del barco. Rodrigo nos hacía sentir como en casa, y se convertiría en un padre postizo. Siempre desbordado de sonrisas, se divertía como un niño con nosotros y nuestras historias.
Nos despertaba todas las mañanas con un desayuno distinto y luego al mediodía unos almuerzos gigantescos. Creo que en la estadía en la rectificadora, recuperamos todos los kilos perdidos en el viaje. Todos los problemas que iban surgiendo poco a poco que abríamos el motor, eran solucionados. En 2 días de estadía ya éramos amigos de todos los empleados e invitados por cada uno a sus respectivas casas a cenar o a conocer a sus familias. No sólo nos ayudaban con los arreglos, sino que también nos compraban artesanías y todo cliente que entrara en el negocio era convencido para que nos comprar algo…Y ni que decir nuestro hospedaje. Un departamento con dos habitaciones, con aire acondicionado, y baño!!!!! El famoso “apartamento de viajeros” Sí, sí, oyeron bien, BAÑO. Eso quiere decir que nos podíamos duchar cuando quisiéramos y ni hablar de otras cosas… Tal vez cosas mundanas, que para ustedes, queridos “principitos”, son sumamente normales y que para rotosos, como estos, a veces suele ser una odisea…

Los mates eran el divertimento de todo el mundo, no paraban de reírse con las caras al probarlo. Martina aprovechaba y pintaba camisetas y tejía artesanías y el profesor devenido en mecánico se metía más en el fondo de las bielas, cigüeñal y blocks… La serenidad volvía a nosotros y las sonrisas se dibujaban. En el medio de las jornadas laborales, siempre había chanzas para alguien.
La historia de Rodrigo es muy bonita, acostumbrado a trabajar desde muy pequeño, ya tenía su primer auto antiguo a los 12 años de edad… Comenzando desde cero empezó con una pequeña rectificadora y hoy, después de más de 30 años de servicio se ha convertido en “La Rectificadora” más moderna de la región y una de las más importantes de toda Colombia. Gracias a esto, su pasión por los autos clásicos nació desde chiquito y hoy cuenta con una colección increíble. En su larga trayectoria, tiene un viaje realizado desde Colombia a la Patagonia argentina en un Ford A 1928, en homenaje a un argentino, “Raid al sur” De ahí en más se ha convertido en un ángel para los viajeros. Todo aventurero que pasa por la ciudad es arrastrado para descansar o solucionar algo al “apartamento de los viajeros”.

Los planetas se van alineando…

Un día normal de trabajo en el taller. Suena el teléfono y Martina vuelve corriendo con una sonrisa de oreja a oreja, que ni le entraba en la cara. “Nos cruzan la camioneta!!!” Entre lágrimas y nudos en la garganta, nos fundimos en un abrazo (difícil sería trasladar la sensación a palabras). Toda la gente de “La Rectificadora” mira sin entender. Enterados todos, comenzaron a caer los aplausos y a abrazarnos como si ellos también cruzasen. Rodrigo nos contiene y también se le escapa una lágrimas. De ahí en más todo fue correr y fiesta. El motor estaba casi listo, la dirección de la kombi, reparada, nos lustraron la camioneta, nos compraron comida, agua, nos regalaron ropa. En una semana habíamos conocido a gente irrepetible, increíble, sin palabras y la idea de partir se nos hacía difícil. Debíamos estar en Santa Marta, lo más pronto posible, para juntarnos con la Fundación de la Sociedad Portuaria, que se haría cargo de todos los gastos del flete de la kombi y demás y arreglar la fecha de partida. Y como frutilla en el postre llegaban una pareja de amigos a Cartagena y Santa Marta de vacaciones. Mejor imposible, todo redondo. Pensar que 10 días atrás estábamos en las ruinas y apoderados de una mala suerte y 10 días después estábamos con motor nuevo, barco a Panamá y visita de amigos…


Y lo que no queríamos, había llegado… la terrible despedida. Tal vez fue una de las más profundas y difíciles. La kombi amaneció el día de la partida reluciente, lavada, lustrada y con carteles de despedida por todos lados: dentro, comida, agua, frutas, repuestos, ropa. Empujado a decir unas palabras para todos por el micrófono de la fábrica, quien les escribe, no pudo resistir quebrar la voz más de una vez y esconder el llanto. Escribiendo hoy esto en la lejanía se me vuelve a hacer un nudo en el estómago. Tanta bondad, tanta gratitud, tanta buena gente. Los aplausos irrumpieron mi discurso y de ahí en más todo fue abrazos, llantos y promesas de retorno a la vuelta. La bocina nueva de la kombi (regalo también) se quedó afónica.
La despedida con nuestro padre adoptivo fue peor aún, Martina emocionada no pudo parar de llorar hasta 50 km después de haber salido y nuestro ángel, Rodrigo, sólo nos aceptó una carta escrita para él, una foto y una camiseta, todo lo demás, puro AMOR.

Millones de GRACIAS es poco para vos RODRIGO y tu gente….

Amigos del camino, de la vida…

De vuelta en la carretera la Clandestina se sentía un Porsche, desandaba el camino hecho y volvíamos para Cartagena, para recoger a neustros amigos e ir para Santa Marta, con ellos a disfrutar de su visita y a organizar la salida de la “gorda” en su barquito… De paso pasamos por el caserío de nuestros amigos que nos habían ayudado aquella noche con el teléfono y el delicioso pescado frito. Les llevamos una bolsa de mangos de regalo y encima terminaron 15 litros de gasolina a cambio de un collar!!!! Nada podía ser mejor… El viaje fue corto y placentero. Esos 190 km que antaño nos llevaron 9 hs, ahora lo disfrutamos en tan solo 2 hs y media.

5. Cuando un amigo se va….otros vienen!!!

De nuevo en Cartagena, parecía ser nuestra ciudad satélite, junto a Santa Marta. Ya hacía dos meses y medio que estábamos dando vueltas por unos mismos 300 km a la redonda.
Allí estaban nuestra pareja amiga, estrellas periodísticas, pareja televisiva, Los Pells del conurbano, sureño…
Mari y Ariel, que originariamente debíamos encontrar en Panamá, llegaron a Cartagena y de ahí se subieron a formar parte de “Amérika en kombi” por una semana. Abrazos, regalitos enviados por amigos y flia desde Buenos Aires, acomodar mochilas y salir a la ruta…directo Santa Marta. El fin de semana nos alcanzaba y con él carnaval…

Cena de bienvenida caribeña, cerveza Águila y plato paisa…

Las amiguitas se ponen al día y Etcheverry aprovecha para vivir unos días de lujo, con reposera y carpa incluida, más tragos tropicales. Días en las playas en Rodadero, Taganga, Santa Marta y Tayrona hicieron de esa semana un pequeño descanso ante tanto pasado y tanto por venir. En el medio seguíamos con nuestro estilo de vida y los empujábamos a los chicos a vender artesanías en la playa y a comer la auténtica bandeja del “corrientazo”

¿Lo que no se puede en casa, se puede en el extranjero? El último campeón del fútbol argentino, Banfield, y el club con la hinchada más seguidora del sur, Temperley, unidos a una misma pasión: Valderrama. ¡¡¡Qué peluca, Pibe!!!!

Taganga, playa grande: discusiones filosóficas sobre la elasticidad de la piel de las mujeres colombianas…

Viviendo el carnaval de Taganga. Las amiguitas se divirtieron con la “espumita” loca y los hombres aprovecharon para seguir con la cerveza. La pareja periodística por esos días nos ponía al tanto de la actualidad político-futbolística de Argentina y de los chismes más nefastos y entretenidos de la farándula autóctona… ¿Un tal Fort…!!!!???? Jajaja… hay país, país, país… Como siempre la pareja estelar nos mimó con cenas en restaurantes y demás… Así es la vida de “Amérika en Kombi” un día fideos chinos y otro un lomo al champignon en resto de lujo…

Como despedida un intento de asado argentino solo con pollo y carne de cerdo, porque si no… como telón de fondo nuestra querida kombi y su antigua morada, nuevamente, en el parqueadero de César (Autopolish) en Santa Marta por enésima vez… De a poco el círculo o imán se iba acortando. Las noticias llegaban después de una reunión con la presidenta de la Sociedad Portuaria de Santa Marta: no sólo que nos conseguían el barco, sino que salía de Santa Marta y no teníamos que viajar a Barranquilla y gente amiga se haría cargo de trámites y documentos!!!! Sólo faltaba la fecha y a preparar la mochila…
La semana pasó volando y nuestros amigos debieron partir hacia Bogotá para seguir sus vacaciones y nosotros esperar la fecha de partida. Febrero se acababa y marzo comenzaba a corrernos con el plazo de estadía en Colombia.

6. La papafrita y el teatrin itinerante…

Entre presentaciones de papeles y demás en el puerto de Santa Marta, trasladábamos nuestro campamento a Taganga y sobrevivíamos con las ventas del sábado y domingo, para luego tener un presupuesto acotado en la semana. Es así como encontramos al Andrés, el Pera y Flor, junto a “La papafrita”: la camio chilena que viene subiendo con una obra de títeres para niños en las escuelas…
Hicimos causa común e instalamos un campamento compartido. Presentaciones en escuelitas y demás, más el parche en Taganga nos encontraba unidos. La idea de ellos también era cruzar la van, así que después de unos días se fueron para el lado de La Guajira para probar suerte.


Escenas de la vida cotidiana: Cocina y cenas callejeras…

Ahora sí solos, y con 1 semana de permiso para permanecer en Colombia, comenzaron los nervios. Los papeles y los trámites del barco, más reuniones con ejecutivos, nos quitaban todas las energías. La fecha de salida no era concreta y temíamos la misma historia de antaño. Las presentaciones de la biblioteca atenuaban la espera y “trabajabamos” junto a la fundación en Espacios comunitarios, comedores infantiles y escuelas. Como siempre la felicidad de los niños, nos hacía olvidar la burocracia y sus sonrisas nos devolvían muchas cosas que habíamos perdido. Los objetivos de este viaje, de este sueño. La importancia de la imaginación y de los libros en un niño…





Hasta los medios se hicieron eco y hubo notas televisivas, en periódicos y foto con el alcalde… la kombi era saludada en cualquier trayecto de Santa Marta y todos preguntaban por el famoso barco. Cosa que hacía que nuestras ansiedades crecieran…

7. “Si lo sueñas, lo puedes lograr…”

Ahora sí teníamos una fecha: 6 de marzo, se embarca. Todo parecía ajustado a la exactitud, nuestra visa vencía el 8 de marzo, y de esta forma nos evitaríamos salir hasta la frontera a renovar, con el gasto de la gasolina aparejado y demás...
Victor Rolón, la persona que nos estaba ayudando en todo los trámites, corría de acá para allá y aprendía junto a nosotros todos los papeles necesarios para importar un vehículo: la DYAN, antinarcóticos, aduana, sellados, BL, y miles de cosas
Agradecemos infinitamente a la Fundación de la Sociedad Portuaria de Santa Marta, a Jorge Marroquí, de la empresa Maersk, a Victor Rolón, a Mauricio Suarez sobre todas las cosas, y muchos más que nos apoyaron en estos 3 meses en conseguir lo casi inconseguible….



El jueves 4 la kombi fue encerrada en su calurosa casita de lata


El número mágico fue PONU 0731850, embarcado por la empresa Maersk. Ese día corrimos de acá para allá con 40 grados al sol, para despedirnos de ella por un largo tiempo, por primera vez en esta historia. Nosotros debíamos correr en nuestro trayecto a Panamá ya que sólo tendríamos 7 días libres, sin recargo, en el puerto para retirarla y el barco realizaba el trayecto en sólo 1 día y medio. Tal vez piensen, queridos lectores, que es mucho tiempo, pero lamentablemente no teníamos el dinero para viajar en avión así que debíamos cruzar el famoso Tapón del Darién de lancha en lancha, por pueblitos e islitas… pero eso queda para más adelante…

El momento mágico: la “Clandestina” en el cielo…


Aquí es cuando el relato se está acabando y la tierra se transforma en agua, en mar, y los viajeros, en navegantes solitarios en busca de tierra firme. Dejamos de aburrirlos, pero era necesario después de tanto tiempo ausente y con tantos mails de reclamo ponerlos al tanto de algunas cosas. Para la próxima prometemos un relato lleno de aventuras, de piratas, de naufragios y de selva, mucha selva en el famoso y tan “temido” cruce del Darién…
Nos vamos despidiendo de a poquito, queridos “principitos” tan fieles a estos relatos y a esta forma de vida que decidimos en llamar “Amérika en kombi”. Desde tierra firme ya, y con nuestra querida “Clandestina” recorriendo hacia el norte, en busca de nuestro sueño, la mítica panamericana, en el inicio de Centroamérica…

PD:
“Um homem precisa viajar. Por sua conta, não por meio de histórias, imagens, livros ou TV. Precisa viajar por si, com seus olhos e pés, para entender o que é seu. Para um dia plantar as suas próprias árvores e dar-lhes valor. Conhecer o frio para desfrutar o calor. E o oposto. Sentir a distância e o desabrigo para estar bem sob o próprio teto. Um homem precisa viajar para lugares que não conhece para quebrar essa arrogância que nos faz ver o mundo como o imaginamos, e não simplesmente como é ou pode ser. Que nos faz professores e doutores do que não vimos, quando deveríamos ser alunos, e simplesmente ir ver”

Desde Panamá, Centroamérica
Abrazos y Besos Viajeros...
Próxima Estación, ESPERANZA.
Hasta el Infinito, y más allá…
Acá van algunas fotos...

3 comentarios:

Chechu dijo...

Hola Chicos!!! que bueno es saber de ustedes!!se extrañan los relatos, pese a que consigo información "de contrabando" (gracias a mamá Cris) siempre es un placer leerlos.
Buenísimas las fotos y las anécdotas, ahora espero ansiosa las aventuras en Panamá.

Besos y abrazos gigantes.
Los queremos!!!
Flia. Nicoletti.

Magoo Branca y Mariano Pizzio dijo...

JAJAJAJAJAJ, y más!!!!!!!!!! BArriletesss!!! Estamos en un Ciber en Manaos esperando la balsa parta Porto Velho, leimos las anecdotas y no podemos parar de reirnos y por que no. . .LLORAR. . jajaja. Como los extrañamos!! Buenisimo el relato Pela!!
Los queremos y el encuentro de La chancha y la clandestina se va a dar, pero en un lugar que todavia no sabemos!!
Los dueños de la mitad de las acciones de de la mega empresa turistic and Spa `Cuatro M`

Anónimo dijo...

¡Hola, chicos! Les felicito porque a través de las fotos y relatos me parece estar con ustedes. Animan a otros que algún día también lo hagan. Una preguntita: ¿hay material desde Bahía hasta Manaos, que no pude hallarlo? (Luis, desde Rosario)