lunes, 28 de marzo de 2011

Capitulo XVIII: "La Revolución de las Hamacas" (Nicaragua)


Atrás, el camino. Atrás, muchas fronteras. Atrás muchas historias, de carreteras perdidas y de hombres de a pie. El espejo interior dicta su rictus de sensaciones y todo comienza de nuevo… ¿Cómo capturar esas sensaciones? ¿Cómo recuperar el tiempo perdido? Andar, viajar. El movimiento perpetuo. En este devenir gitano, en el cual nos hemos ausentado más de una vez, volvemos nuevamente luego de un largo silencio. Silencio que tiene muchas explicaciones y ninguna. Tal vez dilatar este momento haya sido una señal. Ahora sí, el tiempo apremia, y ustedes, los que siempre nos motivan, y los que siempre esperan, ahí, para viajar una vez más, junto a nosotros, exigen relatos, historias, vivencias, que ya no son nuestras sino que de todos los que nos van ayudando en este increíble pasaje por la bella, inexplicable y profunda América Latina.


Atrás quedaba Costa Rica. Tres meses, ni más ni menos viviendo sus tierras, tomando contacto con la naturaleza cara a cara. Pura Vida, como dicen los “ticos”. Nada más bonito que esa frase. Delante, Nicaragua. Miles de interrogantes y de inquietudes políticas y ensoñaciones utópicas. La revolución Sandinista, las brigadas rebeldes, Sandino, el mundo campesino, etc. Entrar en este país fue la verdadera bienvenida a Centroamérica: niños descalzos vendiendo lo que sea, puestos ambulantes por doquier, ausencia de funcionarios aduaneros, y espera, espera. La kombi ni siquiera fue registrada. Una vez más. En este caso se interpuso un librito de cuentos para el nieto del encargado de la Aduana, ante tanta insistencia. La frontera de Peñas Blancas, al fin y al cabo no presentó grandes inconvenientes, como prevenían de antemano tantos otros viajeros. La carretera se deslizaba suavemente bajo las ruedas de la Clandestina, y las miradas nos devolvían un paisaje rural, casi bucólico de campos y campos, y gente trabajando a sus costados con bueyes y burros. Nada de 4x4 y tractores último modelo, made in “Sociedad Rural”. La tierra trabajada esta en sus manos, en esas miradas y pieles curtidas por el árido viento y el sol resbaladizo, y ella se encarga de devolverles tanta dedicación. La mayoría de los nicaragüenses poseen pequeñas tierras para poder producir sus propios alimentos y a su vez vender sus cultivos. El universo campesino es muy basto y hacia allí íbamos.


La carretera Panamericana, o Interamericana, también llamada en algunos países centroamericanos, cruza todo el territorio de Nicaragua recostada sobre su margen izquierdo, es decir del lado del Océano Pacífico. Los molinos quijotescos nos observaban y nos interpelaban ante sus enormes aspas… “¿Todavía ustedes por estos lares?” Aquí estábamos y hacia el fin de Latinoamérica, no pararíamos. El sur de Nicaragua se caracteriza por la presencia de grande extensiones de campos y de vientos muy fuertes que bajan de los volcanes y del lago, produciendo esto, la posibilidad de convertirlo en energía limpia


Apenas haber entrado en este país, el paisaje nos iba maravillando en sus lejanías. El volcán Maderas y el volcán Concepción, rodeado por el lago Nicaragua, nos indicaba, que allá a lo lejos estaba la famosa isla de Ometepe. Nuestra dirección era San Juan del Sur, un pequeño pueblito costero, bastante turístico.


La temporada de lluvias comenzaba a perseguirnos y con ella nuestros temores crecían. Estábamos por cruzar justamente Centroamérica, en plena temporada de lluvias. Una locura, pero siempre, como en todo el viaje llegábamos fuera de tiempo. Una vez más…


San Juan del Sur nos recibió un poco mojados y cansados, pero el aire que se respiraba y el ritmo de sus callecitas, instantáneamente nos sedujo. Casas coloridas con las infaltables sillas mecedoras en los aleros y las hamacas colgando en sus interiores. Quien no tiene una hamaca, no es nicaragüense, pensaríamos más adelante.


Las primeras referencias sandinistas ya comenzaban a hacerse visibles

Por la tarde la naturaleza se encargaría nuevamente de regalarnos un maravilloso atardecer sobre el mar, rodeado de montañas. La duda que teníamos por primera vez en nuestro largo recorrido nos perseguía incesantemente: al entrar en Nicaragua, nos introducíamos en la zona denominada CA4, la cual incluía una visa de turista por 90 días para recorrer cuatro países: Nicaragua, Honduras, El Salvador y Guatemala. Administrar ese tiempo era una tarea insoportable para nuestro notable vagabundear sin tiempos, ni horarios y menos que menos itinerario. Mucho se decía entre viajeros y locos, sobre la posibilidad de renovarlo en Guatemala o no, así que a “correr” se ha dicho… También ante la llegada de la temporada de lluvias, temíamos interiormente que demorarse sería, tal vez, quedar varados en varios países, en carreteras desmoronadas… pero esa es otra historia para más adelante, queridos principitos…

Playa Maderas, a unos cuantos kilómetros del pueblo. Para llegar allí tuvimos que ser arrastrados por un tractor, ya que los caminos de tierra se transforman en grandes lodos que sólo son vadeados por 4x4. La Clandestina, fiel hidalga caballera andante, como siempre, no se atemorizó, tal vez el conductor falló en la estrategia… Llegar ahí valió la pena: las formaciones rocosas en el mar son majestuosas y la paz que se vive es sorprendente.

San Juan del Sur, visto desde el cerro.

Postales de la vida cotidiana

Esquinas

Llegados al pueblito fuimos recibidos por la gran comunidad de viajeros andantes. La banda se empezaba a formar: salvadoreños, panameños, tanos, rosarinos, franceses. Toda una trouppe que vagábamos incesantemente tras los pasos de las venas abiertas de América Latina.

Las calles y los colores del pueblo, con su andar cansino de eternas “siestas” en hamacas colgantes, paseos en bicicleta y vueltas por el mercado municipal de frutas.

Olores auténticos, comidas típicas, desayunos contundentes y gente increíblemente bella, circulaba por el mercado local. Nuestro segundo hogar por aquellos tiempos.

El ron más popa del país Flor de Caña y los viejos buses con sus lookeados personalizados. Por las mañanas se compraba la leche al tambo, los huevos y las frutas, en el mercado y el pan al viejito Fermín repartiendo en su bici casa en casa. Por unos días andábamos viviendo en la kombi a orillas del mar.

Por las tardes nos encontrábamos todos en el malecón del pueblo, permitiéndonos armar nuestro puesto de artesanías y camisetas. Muchas historias y vivencias de viajeros paseaban por esos lados. Ahí conocimos a nuestros grandes amigos y compañeros de caminos, más adelante, el Pancho y el Gato, dos rosarinos que andaban subiendo todo Centroamérica para finalizar en México. También andaba por allí, Laura, una salteña y Maceo, su esposo Francés. Las ventas eran buenas y el costo de vida era bien económico. Por las noches salían las juntadas y las comilonas. De esta forma pasamos sin darnos cuenta nuestra primera semana en Nicaragua, el país de los volcanes.

Ya listos para salir, con algo de dinero en el bolsillo, nos largamos pa´ la isla. A unos 50 Km. por la carretera 1 está el pueblito San Jorge, donde uno toma el ferry para Ometepe, pudiendo embarcar también coches. La kombi una vez más se subía con salvavidas incluido para llegar a destino.

El lago Nicaragua reposando sus aguas bajo la atenta mirada del volcán Concepción

Las casi dos horas de recorrido del barco, finaliza en el puerto del pueblito Moyogalpa. De ahí se inicia una única carretera asfaltada que cruza de norte a sur toda la isla. En la punta norte se ubica el volcán Concepción (1610m) y en el otro extremo sur el volcán Maderas (1394m), rodeado por bastantes pueblitos típicamente rurales, campesinos. Las carreteras hacia estos pueblos son desastrosas… la kombi sufriría en un futuro no muy lejano.

La iglesia del pueblito vigilada por el Concepción detrás.

El congestionamiento rural es incesante, el ritmo de las grandes ciudades es superado por el frenético embotellamiento de ganado. La prisa no es un valor y la espera permite observar ciertas cosas, tal es así que la entrañable clandestina se iría encariñando con más de un bueyyyyy….

Nuestra idea original era escalar ambos volcanes, y visitar los típicos pueblitos isleños. El acceso al volcán Maderas se realiza por el lado de la finca Magdalena. Estas zonas son ricas en cafetales, que se van formando inicialmente de manera privada, para luego formar una cooperativa entre los trabajadores que lentamente comienzan a gerenciarlos. A su vez abren sus puertas para ofrecer alojamiento y tours turísticos.

Los trabajadores nos invitaron a parquear la kombi dentro de la finca para poder dormir. Esa tarde y durante toda la noche llovió como si fuera el último día. Lamentablemente no se nos permitía subir al volcán debido a los desplazamientos de lodo por las lluvias.

Por las dudas…

La denominada “Ruta colonial y de los volcanes” recorre la gran mayoría del país, encontrándose también grifos y zonas arqueológicas. La temporada de lluvias nos pasaba factura y hacía muy dificultosos nuestro andar por la isla. Tanto a la kombi, como a nosotros, los ánimos nos jugaban una mala pasada.

Sandino, presente.

Grito de Dignidad… A unos 15 km. Por la carretera principal se llega a uno de los pueblos más importantes de la isla, Alta Gracia. Pueblo plagado de consignas revolucionarias y de ambiente sandinista. El universo campesino late a cada paso y las banderas rojas negras del Frente Sandinista de Liberación Nacional, inundan las calles.

La reforma agraria planteada por el sandinismo, da sus frutos en la isla. Las familias, todas, poseen, aunque sea, una pequeña tierra donde poder cultivar sus propios alimentos, o donde pastar su pequeño ganado. El café, los frijoles, la yuca, la papa, el maíz y las verduras predominan en la isla.

Recorriendo más la isla, dimos con un pueblito llamado, Balgüe, donde fuimos recibidos por la comunidad y el maestro del pueblo. José, nos invitó a hospedarnos en su casa, para poder organizar actividades en la única escuelita, junto a la Biblioteca Infantil. Obviamente la protagonista de esta historia se llevaba todas las miradas y los niños jugaban con ella. Las miradas, las risitas de complicidad y la ansiedad de los niños y de la comunidad eran enormes.

Esa noche observamos una de las tormentas más grandes de nuestras vidas. Los relámpagos y los truenos caían detrás del volcán Maderas, iluminado el cielo de una forma tenebrosa. La cantidad de agua que caía y el estruendo de los truenos, hacía temblar la tierra. Por suerte estábamos acompañados del maestro y sus historias y pláticas apaciguaban nuestra preocupación: cómo salir de ahí… Debido a la lluvia, tuvimos que transportar la Biblioteca ahombro unos 500 mts. Arriba del cerro. El esfuerzo valió la pena y las siguientes sonrisas y caras lo demuestran.

Felicidad.

Los niños transportados al maravilloso mundo de la Literatura. Nuevamente renovábamos nuestras esperanzas y nuestras certezas de este mundo.

La encantadora de niños en acción, junto a su inquebrantable compañero de mil batallas, Perico.

Después de dos días maravillosos junto a la comunidad y a la escuela de Balgüe, partíamos nuevamente hacia el norte de la isla. Las lluvias no amainaban y los caminos comenzaban a ponerse intransitables. Nuestro deseo de permanecer un tiempito largo en la isla se iba desvaneciendo. En uno de esos caminos la clandestina perdía la barra estabilizadora y un amortiguador salía herido. La dirección, ni hablar. Como todo el viaje…


Pensándolo bien, no podíamos seguir mucho tiempo. Además no había mucho turismo que nos permitiese solventar los gastos. De esta forma emprendíamos nuevamente la vuelta hacia nuevas tierras.

La majestuosidad de los dos gigantes, junto a la gorda simpática.


1. “No me moleste mosquito… (Vuelta al parche)”


Vueltos de la isla, retornamos a San Juan de Sur, debido a fuerzas mayores. La rotura de la kombi nos inclino por el pueblito costero ya conocido y como frutilla del postre, quien relata este breve diario de viajes, comenzaba a tener síntomas de alguna enfermedad. La fiebre comenzaba a avanzar y lo sumergía en la locura…


Postal playera.


Ante ciertos síntomas, luego de un chequeo y análisis de sangre en el hospital público del pueblo, el veredicto era certero: Dengue. Así que ahí estábamos, con una nueva mancha al tigre, en su paso por Latinoamérica. Como sabrán suponer, el reposo en la kombi se hacía intolerable, así que ante tamaño panorama debimos alquilar una casa por una semana. El reposo sirvió y de a poco las noches de fiebres locas, iban cediendo. La casa se convertía en guarida de viajantes, enclavada en el barrio obrero del FSLN.


Festejo ante la inminente cura. Tortas Fritas a la argenta para toda la monada. La época de lluvias traía consigo el dengue que ya estaba instalado en Centroamérica. Nada grave, reposo, hidratación y algunas pastillas, sirvieron para recomponer el semblante de quien les escribe. Los días de descanso sirvieron para afianzar amistades y planificar los próximos pasos. Además el tiempo nos corría: planificar era una palabra a la cual le veníamos y le venimos escapando desde nuestra salida.


El “Tribi” salvatrucho. Postal de pueblo… Una Toña bien helada


Despidiéndonos ya de San Juan, nos reencontrábamos con Seba y Lu, que recién llegaban de Costa Rica, antiguos compañeros de rutas en Bocas del Toro y el caribe costarricense. Abrazos y promesas de reencuentro más arriba. El camino nos mostraría que tan chico es Centroamérica y la cantidad de reencuentros de los que seríamos testigos.


2. Por el camino colonial…


Rumbo al norte, en sentido hacia Managua, nos topamos con la hermosa y antigua ciudad de Granada. Famosa por sus angostas calles y su arquitectura colonial.


Sus tejados y su entorno recuerdan a la esplendorosa Cuzco, antigua capital Inca, en Perú. Plagada de iglesias y de calles de adoquines, la influencia española es visible hasta el día de hoy. El ritmo de la ciudad es bien pueblerino y mientras uno deambula perdiéndose en sus recovecos, siente el peso de la historia a cada esquina.


Las típicas “marimbas” nicaragüenses.


Junto a Cartagena, Cuzco, Antigua, Granada ostenta la fama de ser una de las tantas ciudades coloniales que quedan en Latinoamérica. El calor de sus calles a veces se torna infernal y la sombra de los árboles en las plazas es cotizada. El paseo típico en carruajes por toda la ciudad: a cada esquina una historia que contar.


Por esas noches fuimos hospedados amablemente en el patio de bomberos y la pobre kombi llegaba a temperaturas irreales castigada por el inclemente sol de Granada, la linda. A espaldas de la ciudad se recuesta el imponente volcán Pacaya, que a veces larga algún que otro suspiro, aún hoy. Centroamérica hierve, debajo y en la superficie también.


El mercado municipal de Granada no tiene desperdicio. Perderse en sus laberintos es obligatorio y ni hablar de disfrutar de sus exquisiteces. Típicos platos del país a precios bien económicos hacen de sus puertas un palacio para tantos “pelagatos” que andamos recorriendo el mundo…


Dios está demasiado ocupado, aún.


Postales urbanas

Nótese algo curioso: ¿y Panamá? No sabemos por qué pero en todos estos países nadie toma a Panamá como parte de Centroamérica.
Después de unos días en la ciudad cansados de tanto calor, y escapando un poco al cemento, nos reencontramos con nuestros amigos Pancho y el Gato, para emprender un viaje hacia los pueblitos cercanos y la laguna que está dentro de un cráter de volcán

La protagonista, posando para las revistas del corazón…

Un alto en el camino ante un sorprendente cartel: “Cerveza Brahva helada, 20 córdobas”. El motor de la kombi pedía un descanso ante tanto calor y tantas montañas. La tripulación, satisfecha. Luego de rodear y rodear pueblitos, dimos con la bajada a la laguna de Apoyo.

Ante tal presencia, la tripu, decidió hacer rancho durante un par de días. El descanso era necesario. La kombi necesitaba un par de retoques de su dueño y los chicos reponer fuerzas para lo que se vendría. LA laguna de apoyo está enclavada en el cráter de un antiguo volcán. Sus aguas son cálidas y transparentes con ciertas propiedades curativas.

Así que el campamento se armó alrededor de la kombi. Los chicos clavaron la carpa y a nadar se ha dicho. Mucha lectura, producción de artesanías y algún que otro fuego fallido. Las hamacas salieron a relucir y ya nos sentíamos un poco “nicas”. Lamentablemente la lluvia nos corría y una de esas noches veíamos la segunda tormenta más increíble de nuestra historia. Ante eventualidades roturas de caminos decidimos partir todos… por las dudas…


La ruta nos indicaba la ciudad de Masaya y su imponente volcán.

Volcán Masaya en actividad.

El Parque Nacional Masaya.

Esplendorosa, la poderosa kombi, reposando sus bellas figuras junto al volcán. Gracias a un guardaparques, nos permitieron dormir esa noche en el lugar y les aseguramos, queridos lectores y seguidores, que escuchar rugir por la madrugada a ese monstruo, nos hizo más de una vez en pensar en arrancar en el medio de la noche. Obviamente como todos los días, esa noche cayó agua para toda la cosecha. No paró ni un segundo.



3. “Cerca de la revolución…”


Volando hacia Managua, nos esperaba una hermosa familia del Club VW Nica, gracias a los cuales podríamos hacer un chequeo a la kombi y arreglar de forma correcta la barra estabilizadora hecha añicos en la isla de Ometepe. Nuestro anfitrión, Jorge Katin, nos recibió con los brazos abiertos y con una predisposición increíble. Como siempre, una vez más, era la gente que nos hacía sentir como en casa. No sólo que nos hospedó en su casa y nos ayudó en todo lo que necesitamos, sino que resultó ser nuestro mejor guía por una de las capitales más renombradas de Centroamérica. Managua, allí estaba esperando.


Casa de los pueblos y estatua de Augusto César Sandino.


La famosa Plaza de la Revolución, quien en 1979, fue testigo de la llegada de miles de revolucionarios a la toma del poder para acabar con una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, la del dictador Somoza.


El reloj de la Plaza quedó detenido en el último gran terremoto que azotó a Nicaragua.


Monumento al gran poeta nacional Rubén Darío, que junto a Sandino, se edifican hoy, en la actualidad como íconos de Nicaragua.


¡¡¡¡Qué grande y pequeño es el mundo…!!!! exclamó ella. Monumento desde el cual se cierran las campañas del FSLN.


Escenas de la vida revolucionaria.


Monumento y homenaje al presidente chileno Salvador Allende, derrocado mediante un golpe de estado por el genocida y dictador, Augusto Pinochet. Introducidos a la historia revolucionaria de Nicaragua, gracias a la paciente docencia de nuestro gran anfitrión, Jorge, pudimos enterarnos de algunos grandes logros de la revolución sandinista y de otras grandes postergaciones del actual gobierno sandinista. Por ejemplo la gran campaña, que libraron, al lanzar la alfabetización masiva, ni bien triunfa la revolución, hoy en día es considerado, aún, como una de las grandes gestas humanistas del continente. Jóvenes de 18 años que se despedían de sus familias y por meses se metían en los montes, en el campo, en las montañas con la firme certeza que alfabetizar a la gente era el mejor combate contra la contrarrevolución arrogante, que amparada por el Imperio (EE UU) no cesaba ni un segundo en bombardear las ciudades y perseguir al justo y soñador pueblo nuevo de Nicaragua. La educación libera.


Monumento en donde se firmó el pacto entre Sandino y el gobierno para cesar con las hostilidades, donde luego de firmar fue entregado y ejecutado cobardemente en una emboscada.


Después de un largo paseo por la ciudad y sus alrededores, le tocaba el turno a la gorda. Un poco de mimos no le viene mal. Sube cualquier montaña que se le ponga delante, pero el terreno 4x4 no es su preferido. Reconstrucción integra de la barra estabilizadora y puesta a punto de frenos delanteros.


Los amigos del Club VW Nica y del taller “Casa Club VW”. Pura amistad, hermandad y solidaridad. No sólo que no nos quisieron cobrar, sino que además nos invitaron a una parrillada a lo Nica…


La banda del Club a plena cerveza y parrillada.


La despedida de Jorge Katin y su hermosa familia. Agradecimiento eterno


4. “La Revolución Eterna…”


Volviendo a las carreteras, con un chequeo general de la kombi y unas despedidas efusivas de la gente de Managua, emprendimos nuevamente el viaje hacia la famosísima ciudad de León, primera capital de la revolución. Camino a la ciudad, desviándose unos 30 km. a orillas del volcán Momotombo, se encuentra los vestigios de la antigua capital de Nicaragua, León Viejo, fundada en 1524 y luego abandonada un siglo después, y luego destruida por sucesivos terremotos y erupciones del volcán. En ese sector se encuentra gran parte de la comunidad indígena de la zona.


¡Marulo! ¿Y el Bambi? ¿Y el Doctor?


La ciudad de León, también colonial, constituida como la primera capital de la Revolución, muestra en sus fachadas la tensión ejercida hasta finales de los ochenta, por la contrarrevolución. Mercenarios pagos y entrenados por los Estados Unidos, intentando bombardear un gobierno legítimo. Las calles interpelan la historia, y los edificios, aún hoy destruidos, no nos permiten olvidarnos de tanta miseria. Si bien Nicaragua es hoy considerado el país más pobre de América Latina, también lo es uno de los más dignos.


Museo de la Revolución.


La historia deja sus huellas. Fachada de una antigua casa colonial, bombardeada y destruida por la contrarrevolución. Si uno se deja perder por la ciudad poco a poco se va dando cuenta de estos signos. Por ejemplo algunas iglesias y edificios grandes exhiben en sus frentes los orificios de la lucha armada


Museo de la Insurrección.


Mercado Municipal de León.

La antigua capital se muestra actualmente como un museo al aire libre. El orgullo de sus ciudadanos y la felicidad de saberse libres es realmente visible. Tal vez es chocante entenderlo de lejos, pero que actualmente Nicaragua sea uno de los países más necesitados no tienen que ver sólo con una lógica interna, sino que más bien externa, orquestada desde las sombras del “gran” país del norte…

No sólo se muestra orgullosa por su pasado revolucionario, sino, más aún, por ser la ciudad donde nació el gran poeta del continente, creador del movimiento estético literario Modernismo.

Instantáneas.

El tiempo volvía a preocuparnos y la temporada de lluvias mucho más. Nuestro breve paso por Nicaragua nos dejaba gusto a poco y muchas ganas de quedarnos más tiempo. Acostumbrados a relajarnos hasta que venza la estadía en cada país, aquí nos corría el tema del CA4.: 4 países en 90 días!!!! Una ridiculez para nosotros, ya que interiormente sabíamos que nos estaríamos perdiendo de muchas cosas que sólo se ven y se aprenden con el tiempo. Pequeña diferencia entre un viajero y un turista.

Antes de salir del país pasamos por una escuelita que nos llamó mucho la atención la fachada:

Sus paredes y sus techos databan de siglos. Pero dentro la felicidad era enorme y las ganas de leer y aprender mayor. Los niños no podían comprender nuestra visita y ni por asomo desde tan lejos que veníamos. Argentina, sólo representaba un nombre para ellos y nuestro viaje un cuento de aventuras.


La escuelita por dentro. Sus paredes y sus pizarras hablan por sí solo. Tanta alegría por aprender no nos sorprendía. A lo largo del viaje sería una constante y una lección que nos va dejando Latinoamérica: el futuro está ahí y algunos ya comienzan a percibirlo.

Con esta fachada nos despedía la auténtica Nicaragua, y con ella nos quedaba una certeza enorme sobre uno de los países más bonitos de Centroamérica. La carretera nos llevaría a cruzar las elevadas montañas de Honduras y el Salvador en un futuro muy próximo. Las lluvias nos acompañarían hasta dejar Centroamérica, pero para eso falta un poquito, muy poquito, queridos amigos. Nos vamos despidiendo hasta muy pronto desde un presente muy lejano y distinto a nuestras viejas aventuras, sin más que decirles que como cantaba Charly García, en sus tiempos geniales “el silencio tiene acción, el más cuerdo es el más delirante…” Para la próxima vendrá un 2x1 “latino”: Honduras y El Salvador para, de a poco, acercarnos a este presente, nuestro, misterioso…

PD. “Nunca es tarde para cambiar de vida, las cárceles están ahí, sólo que no queremos verlas, aceptarlas…”


Desde el caribe mexicano,

Abrazos y Besos Viajeros...

Próxima Estación, ESPERANZA.

Hasta el Infinito, y más allá…
Para ver las fotos...







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